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La orfandad de la centroderecha
Mientras la oferta electoral sigue el pulso de una
ciudadanía seducida por el progresismo, la centroderecha no tiene quién
la represente. Los resultados de Del Sel en Santa Fe mostraron que hay
un enorme nicho electoral desatendido, más aún con la decisión de Macri
de bajarse de la pelea nacional
Por Ricardo Carpena
¿Centroderecha? No uso, gracias". Parece un chiste malo, pero es lo
más parecido a la fotografía que puede sacarse hoy del ánimo ideológico
del votante medio argentino.
Cristina Kirchner, Ricardo Alfonsín, Elisa Carrió y
Hermes Binner, algunas de las principales figuras que podrían confirmar
sus candidaturas presidenciales, están identificados con la
centroizquierda. Y Mauricio Macri, el principal dirigente de la
centroderecha que podría haber equilibrado ese pelotón progresista,
decidió archivar su proyecto presidencial, atrincherarse políticamente
en la ciudad de Buenos Aires y, así, dejar a un importante sector de la
sociedad argentina sin referente alguno que pueda convertirse en una
real alternativa de poder en los comicios del 23 de octubre.
¿Quién representa hoy a la centroderecha? La última
gran esperanza que transitó ese andarivel como candidato presidencial
fue Ricardo López Murphy, pero pasó de salir tercero, con tres millones
de votos en las elecciones de 2003, a lograr apenas el sexto puesto, con
apenas el 1,45% de los sufragios, en los comicios de 2007. ¿Adónde se
fueron esos millones de votantes? ¿Y adónde irán ahora, cuando están
completamente huérfanos en materia de liderazgo a nivel nacional?
Imprevistamente, hace una semana, uno de los resultados
de las elecciones primarias en Santa Fe estimuló a muchos analistas
políticos y dejó al borde de la euforia a algunos dirigentes del
espectro "moderado": la muy buena elección del actor cómico y candidato
de Pro Miguel del Sel, que fue uno de los tres más votados
individualmente, con apenas 35.000 votos menos que el kirchnerista
Agustín Rossi, podría revelar que la centroderecha quizá sea todavía un
enorme y desatendido nicho electoral.
El problema es que la misma categoría de centroderecha
aparece públicamente desdibujada, como una maldición de la que se
quieren escapar casi todos los políticos, como un rótulo vergonzante, al
que se lo visualiza como "piantavotos", asociado con la cerrada defensa
del neoliberalismo, la represión, la dictadura militar, la
flexibilización laboral y las relaciones carnales con los Estados
Unidos.
El politólogo Guillermo O'Donnell cree que "Macri se
bajó un poco apresuradamente" de su proyecto presidencial y que esa
decisión fue "un golpe muy fuerte" para ese sector, pero afirma que en
el país "hay espacio para un líder a la manera del chileno Sebastián
Piñera, que encarne ciertos valores de centroderecha con un discurso
razonable". Aun así, no está convencido de que el caso de Del Sel en
Santa Fe sea indicativo de que está oculto un gran electorado de
centroderecha: "Es cierto que hay un enorme polo de insatisfacción
desatendido hasta ahora, que en este caso benefició a Del Sel, pero es
un error pensar que sea mayoritariamente de centroderecha. Ese polo
puede ser también de centro, incluso de centroizquierda. En las
elecciones presidenciales habrá que ver qué oferta electoral puede
recoger mejor eso".
Para el historiador Marcos Novaro, lejos de la teoría
del "factor vergonzante", existe espacio en la opinión pública para
sostener expresiones políticas de centroderecha. "No por nada -explica-
varias de las principales preocupaciones de la opinión pública tienen
que ver con temas que aluden a la falta de orden, la falta de reglas
(como seguridad, inflación), temas que a la centroderecha le resultan
por naturaleza más fáciles de expresar que a la centroizquierda".
Y agrega un elemento para el análisis: "El problema
está en los actores organizados y el sistema político. Los actores que
tradicionalmente han sido articuladores de representaciones de
centroderecha -el empresariado, la Iglesia católica, las estructuras
partidarias de las provincias social y culturalmente más atrasadas- han
sido desarticulados o cooptados desde el poder central, que les ha
quitado asientos a otras construcciones políticas eventualmente capaces
de expresar y organizar esa opinión. Si uno advierte los motivos por los
que Macri desistió de su candidatura presidencial, podría hacer una
lista: disciplina peronista en las provincias, sobre todo en las
periféricas, renuencia del empresariado a financiarlo e imposibilidad de
competir con un presupuesto estatal de publicidad cercano a los 1000
millones de pesos".
El ideario liberal al poder
Cuando uno piensa en la centroderecha argentina, el
referente más claro -y uno de los más polémicos- después del regreso de
la democracia fue Alvaro Alsogaray, responsable de que su agrupación, la
Unión de Centro Democrático (Ucedé), pasara de apenas 25.263 votos en
las elecciones de 1983 a cosechar 1.150.603 en las de 1989, en los que
ganó un Carlos Menem que triunfó como el peronista más ortodoxo y
comenzó a gobernar como ningún liberal lo había soñado hasta entonces.
La sociedad política entre Menem y Alsogaray, que
incluyó el ascenso de María Julia, la célebre hija del economista, llevó
parte del ideario liberal al poder, con las privatizaciones de empresas
públicas como mascarón de proa, pero dejó a la centroderecha más como
una línea interna del PJ que con identidad propia. "Hoy no hay
liderazgos de centroderecha -destaca la politóloga María Matilde Ollier-
y esto me lleva a recordar cómo Alsogaray, que tuvo su millón de votos,
fue cooptado por el menemismo y así se perdió la oportunidad de
organizar una centroderecha democrática."
"En países con una institucionalización tan débil, y en
contextos de alta personalización de la política, el rol de liderazgo
es importante -agrega-. Y un liderazgo fuerte hubiese mantenido ese
perfil de centroderecha democrático y quizá hubiera conseguido, a casi
30 años de democracia, una fuerza política importante. Aunque también es
difícil porque hemos retrocedido en la conformación partidaria. ¿Cuánto
interviene el PJ en las decisiones del peronismo? Poco y nada. ¿Por qué
se revitaliza el radicalismo? Porque aparecen liderazgos, Julio Cobos
primero y Ricardo Alfonsín después. Y Macri hubiera representado un
liderazgo importante a nivel nacional, quizá el más potente desde 1983.
Sin él, la centroderecha queda huérfana de liderazgos y esa orfandad es
importante a la hora de la construcción política".
Ni Macri ni sus seguidores, de todas formas, se
reconocen como de centroderecha. Hay mucho de esa maldición de la que
huyen en las filas de Pro, pero también la convicción, casi unánime en
ese sector, de que las ideologías no pesan como antes. Lo explica Hernán
Lombardi, que proviene del radicalismo de izquierda y hoy es ministro
de Cultura y Turismo del gobierno porteño: "Las categorías de
centroizquierda y centroderecha en la Argentina tienen, por lo menos, un
signo de interrogación. Habría que ver más en profundidad qué
significan esas categorías analíticas, que hoy van de la mano del
problema de la representación. Es cierto que hay una opinión en la
Argentina que está subrepresentada, pero no me animaría a catalogarla de
centroderecha porque tampoco me animo a catalogar al kirchnerismo de
progresista".
El funcionario macrista tampoco cree que algunos
valores tradicionales de la centroderecha, como el orden, la seguridad y
el libre mercado, queden a la deriva por la ausencia de un líder fuerte
que los defienda. "Hay un espacio vacante en términos de la
representación de ciertas ideas. Por ejemplo, me resisto a hablar en
términos del orden: ¿o acaso el orden no era importante para los
soviéticos? Y para Fidel Castro también es importante. Acá se subvierte
todo. Tiendo a pensar más bien en términos de más o menos
institucionalidad. El real paradigma es: pensamientos que le dan más
importancia a las metodologías institucionales o pensamientos que le dan
más importancia a metodologías caudillistas-populistas. Y el populismo
puede ser de izquierda o de derecha."
En la misma línea, Ollier advierte: "No voy a hablar de
la muerte de las ideologías porque no sé si es así, pero sí, aunque sea
una obviedad, que el mundo ha cambiado mucho, las tecnologías han
transformado todo, y la izquierda y la derecha, como las conocimos, no
existen más". Y añade: "¿A la gente alguna vez le importó este tema?
Cuando en 1946 a Perón lo votaron obreros socialistas, ¿estaban
preocupados por la izquierda y la derecha? ¿Para qué sirven esas
categorías? ¿Tengo muchas dudas. Sí aceptaría que se dijera que hay
algún grupo político con más sensibilidad popular, social, y otro grupo
con menos".
También, como a Lombardi, le parece que es un prejuicio
pensar que el reclamo por el orden esté vinculado con la centroderecha.
"Estos prejuicios tienen que ver con discusiones nunca hechas como, por
ejemplo, qué significa el orden democrático. Está claro que los
autoritarismos de derecha y de izquierda han privilegiado el orden. Pero
el tema del orden debería ser del conjunto de la sociedad. Y después
vienen las discusiones acerca de cómo implementamos ese orden, cuál nos
gusta más, pero el orden es constitutivo para que funcione una sociedad,
y eso, en realidad, es tanto de izquierda como de derecha".
El que aporta una visión menos pesimista de la
centroderecha argentina es Rosendo Fraga, director del Centro de
Estudios Unión para la Nueva Mayoría, para quien "si las elecciones
fueran hoy, Cristina Kirchner sería la más votada y Ricardo Alfonsín, el
segundo. Entre ambos, podrían sumar dos tercios de los votos, con un
discurso de centroizquierda. Y si hoy se votara en la provincia de
Buenos Aires, que representa el 40% de los votos del país, el primer
lugar lo tendría Daniel Scioli, el segundo Francisco De Narváez y el
tercero, si se presentara, Sergio Massa. Los tres tienen inserción en el
peronismo, pero los tres o son de centroderecha o del peronismo
moderado. Los tres se definieron públicamente contra el bloqueo de los
diarios realizada por los militantes de Moyano. Es decir que si hoy se
votara en el principal distrito del país, el 80% lo haría por candidatos
de centro o más bien de centroderecha. En el segundo distrito del país,
que es la ciudad de Buenos Aires, con el 11% de los votos, la mitad de
los votantes está hoy votando por un candidato de centroderecha como es
el caso de Mauricio Macri".
Fraga destaca que incluso el peronismo de algunas
provincias, como Salta, muestra una tendencia en la misma dirección. "El
gobernador Urtubey no sólo mostró su independencia respecto de la Casa
Rosada, sino que incluso recibió a Mario Vargas Llosa, confirmando una
posición que bien podría ser definida como de centroderecha en el ámbito
nacional".
"La paradoja es que quizá nunca la elección
presidencial mostró una tendencia tan marcada hacia el centroizquierda,
cuando en los dos distritos más importantes nunca se registró una
tendencia tan marcada hacia la centroderecha", añade el analista
político.
Fraga piensa que "la sociedad argentina hoy está lejos
de apoyar un modelo de centroizquierda populista, como el de Hugo Chávez
en Venezuela, pero tampoco se inclina por uno de centroderecha, como el
de Piñera en Chile, sino que prefiere un proyecto de centro como el de
Lula y Dilma en Brasil". "Este tipo de modelo no podía ser representado
por Macri -agrega-, pero sí por candidaturas moderadas en el peronismo y
el radicalismo. Pero un conjunto de circunstancias políticas, como la
muerte de Néstor Kirchner, la falta de voluntad de los protagonistas y
la crisis del sistema de partidos, impidieron que así sea."
Y sin Macri como candidato presidencial ni líder fuerte
de la centroderecha, ¿qué les espera a los que no quieren votar ninguna
de las alternativas "progresistas"? Lombardi cree que es la hora de
apostar a las coaliciones, anticipándose, sin dar más pistas, a las
negociaciones que está desarrollando Macri en estas horas: "Se necesita
una alternativa con capacidad de gobernar. Para construir una República
necesitás alternativas, no oposición solamente. Giovanni Sartori cree
que una de las condiciones básicas para la existencia de la República es
que tengas alternativas con capacidad de gobernar, que sean en verdad
electoralmente creíbles y que, además, el sistema se convenza de que esa
alternativa puede gobernar. Después de 2001, eso está en claro
cuestionamiento. El gran deber de hoy es construir esa alternativa. Y
pasa naturalmente por las coaliciones".
Para el ministro macrista, además, "la alternativa debe
atarse más al futuro que al pasado. El problema es que se suele atar
más a un modelo defensivo ante un sistema muy agresivo que aplica en
forma permanente el Gobierno. ¿Qué es atarse al futuro? Buscar las
coincidencias sobre el largo plazo y los próximos 50 años".
¿Quién se quedará con el reinado electoral y político
de ese segmento de centroderecha, que, según estima O'Donnell,
representa un 15 o 20 por ciento de la sociedad? Es la pregunta más
dificil de responder. El ascenso político de Del Sel era, hasta hace
unos meses, más digno de imaginar como un sketch de los Midachi. Hoy es
la esperanza seria de quienes imaginan que tanto en Santa Fe como en
otros distritos importantes del país existe una minoría silenciosa, pero
decisiva, que desmentiría esa creciente sensación de que la
centroderecha está más huérfana que nunca.
© LA NACION
UN ESPACIO DESDIBUJADO

En su nuevo libro
La Argentina bipolar, que acaba de editar Sudamericana, el prestigioso
sociólogo Manuel Mora y Araujo le dedica parte de un capítulo a analizar
"el futuro de la derecha", cuyo espacio en la política local considera
"desdibujado". "A partir de Perón -afirma-, el conservadorismo argentino
fue herido para no recuperarse más; una parte de él se incorporó al
peronismo y otra militó en contra; ambas fueron generalmente débiles.
Existe una imagen, que por cierto no es incorrecta, que adjudica al
conservadorismo político argentino haber apostado sus fichas a los
gobiernos militares. En la medida en que eso fue así, eso contribuyó a
adormecer sus instintos electorales. Pero después de 1955 apareció en la
escena una derecha más urbana, centrada esencialmente en la ciudad de
Buenos Aires, que trató de definir un espacio político distinto al del
conservadorismo histórico. (...) Recientemente aparecieron en escena dos
fenómenos novedosos: el Pro, liderado por Mauricio Macri en la ciudad
de Buenos Aires, y el caso, aun más difícil de definir, de Francisco De
Narváez en la provincia de Buenos Aires. Las imágenes dominantes en el
público los ven circulando por la zona fronteriza entre el peronismo y
la centroderecha. La trayectoria política muy reciente de estos
dirigentes y las señales programáticamente poco definidas que tienden a
emitir hacen difícil localizarlos firmemente en algún espacio; al igual
que ocurre con Elisa Carrió, es difícil pronosticar cuál será la suerte
de los proyectos que hoy encarnan. Ante un electorado que se ha
despolitizado en alto grado, que ha perdido la sensación de encanto que
podían producir los paquetes ideológicos en el pasado, que no tiene
demasiado claro cuáles son sus intereses y, sobre todo, cómo éstos
podrían expresarse en políticas públicas alternativas, el futuro de esos
proyectos depende menos de factores previsibles o estructurales que de
factores más coyunturales, como la comunicación política, el marketing
electoral y su posicionamiento a los ojos de los votantes, o los
avatares de la política. Hoy no se vislumbra un futuro político de la
derecha argentina disociado del espacio donde se mueve el peronismo (en
sus vertientes más afines a ese lado del espectro que a la izquierda).
Muchos ciudadanos que se mantienen en la tradición liberal, sin sentirse
identificados con la derecha, pueden encontrar razones para dar su voto
a ese centroderecha filoperonista, en otras a candidatos radicales o
filorradicales, pero carecen de una expresión política propia."