Lector: Le hago llegar este e-mail con algunos datos salientes del pasado de Esteban Righi,que este funcionaro del actual regimen renunciante, en su renuncia reciente reafirma como una participación prestigiosa el haber partiucipado en estos episodios trágicos para la Patria. Un caso que merece una investigación no solo por su pasado, sino por su actitud diaria durante sus casi nueve años al frente de los fiscales de la República, a los que les impidió mediante órdenes ilegales, avanzar en la investigaciones judiciales de los negociados en los que estaban implicados los funcionarios K llegando al disparate de frenar también a fiscales como Paladini, que investigaba el caso del coronel Argentino del Valle Larrabure, que merced al empeñoso actuar de su hijo, logró eludir y seguir el caso de uno de los crimenes más repugnantes e impunes de la década del 70 cometido por el terrorismo marxista en nuestro país. Esteban Righi es un canalla de la peor especie y calaña. Merece ser procesado y condenado, con prisión perpetua y confiscación de todos sus bienes mal habidos.
Eduardo Palacios Molina
CARCEL DE DEVOTO. Desde los muros de protección, Juan Manuel Abal Medina, anuncia que ha logrado la libertad para los presos. “Los compañeros combatientes” estaban nuevamente en la calle. Procesados muchos de ellos por atentados, acción subversiva y asesinatos (había también delincuentes comunes) fueron irresponsablemente liberados de esta manera.
Si la Historia tiene que elegir mañana el día más largo de la argentina entre de mayo de 1973 y marzo de 1976, elegirá sin duda el 25 de mayo de 1973. Y de ese día, la noche en que los guerrilleros salieron de las cárceles.
Las cosas sucedieron así.
Pocos días después del triunfo de Cámpora, los miembros de la Cámara Federal (que había juzgado y condenado a los delincuentes subversivos) empezaron a sufrir amenazas de muerte. Pero además de esa presión clandestina se ejerció sobre ellos otra, oficial: de “arriba” – según testimonios directos – se les pidió “aflojar un poco en las investigaciones antisubversivas”. El juego empezó a ser mostrado cada vez más desembozadamente. Cuando el cadáver del terrorista Fernández Palmeiro (el gallego), asesino del Contralmirante Ermes Quijada, entró en la morgue, el Jefe de Policía Alberto Cáceres informó a la Cámara Federal que “por orden de Cámpora debía suspenderse la autopsia”. La situación se hizo insostenible para los camaristas. Poco a poco retiraron sus cosas de las oficinas, convencidos de que la Cámara estaba a punto de desaparecer.
Sin embargo, fueron previsores y responsables: 20 días antes de la asunción de Cámpora enviaron al arsenal naval las armas secuestradas a los terroristas, mientras la Armada fotocopiaba toda la documentación de las investigaciones antisubversivas, en la certeza de que sería robada y quemada. Tenían pruebas como, entre otras cosas, de que el Ministro de Interior Esteban Righi, había ordenado a un grupo de amigos, que hicieran desaparecer una importante documentación que guardaba DIPA (ex coordinación federal). Así se llegó al 25 de mayo de 1973.
EL QUE RENUNCIÓ FUE EL AUTOR DE ESTO Y DE LA MASACRE DE EZEIZA
La noche negra del 25 de mayo de 1973: -GUERRILLEROS EN LIBERTAD-CARCEL DE DEVOTO. Desde los muros de protección, Juan Manuel Abal Medina, anuncia que ha logrado la libertad para los presos. “Los compañeros combatientes” estaban nuevamente en la calle. Procesados muchos de ellos por atentados, acción subversiva y asesinatos (había también delincuentes comunes) fueron irresponsablemente liberados de esta manera.
Si la Historia tiene que elegir mañana el día más largo de la argentina entre de mayo de 1973 y marzo de 1976, elegirá sin duda el 25 de mayo de 1973. Y de ese día, la noche en que los guerrilleros salieron de las cárceles.
Las cosas sucedieron así.
Pocos días después del triunfo de Cámpora, los miembros de la Cámara Federal (que había juzgado y condenado a los delincuentes subversivos) empezaron a sufrir amenazas de muerte. Pero además de esa presión clandestina se ejerció sobre ellos otra, oficial: de “arriba” – según testimonios directos – se les pidió “aflojar un poco en las investigaciones antisubversivas”. El juego empezó a ser mostrado cada vez más desembozadamente. Cuando el cadáver del terrorista Fernández Palmeiro (el gallego), asesino del Contralmirante Ermes Quijada, entró en la morgue, el Jefe de Policía Alberto Cáceres informó a la Cámara Federal que “por orden de Cámpora debía suspenderse la autopsia”. La situación se hizo insostenible para los camaristas. Poco a poco retiraron sus cosas de las oficinas, convencidos de que la Cámara estaba a punto de desaparecer.
Sin embargo, fueron previsores y responsables: 20 días antes de la asunción de Cámpora enviaron al arsenal naval las armas secuestradas a los terroristas, mientras la Armada fotocopiaba toda la documentación de las investigaciones antisubversivas, en la certeza de que sería robada y quemada. Tenían pruebas como, entre otras cosas, de que el Ministro de Interior Esteban Righi, había ordenado a un grupo de amigos, que hicieran desaparecer una importante documentación que guardaba DIPA (ex coordinación federal). Así se llegó al 25 de mayo de 1973.
Cita: |
A las 8 y media de la noche, Juan Manuel Abal Medina, Secretario del movimiento Justicialista y hermano de uno de los asesinos de Aramburu, llamó por teléfono al Ministro Righi y le exigió un decreto de Cámpora para liberar a los terroristas presos en Villa Devoto y en Caseros. |
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