miércoles, abril 01, 2009

Raul Ricardo Alfonsín, abanderado de la Democracia Argentina


Raúl Alfonsín (1927- 2009), político argentino, presidente de la República (1983-1989), el primero elegido democráticamente después de que concluyera la dictadura militar iniciada en 1976.
TRAYECTORIA PREVIA A LA PRESIDENCIA
Raúl Ricardo Alfonsín Foulkes nació el 12 de marzo de 1927, en la localidad de Chascomús (provincia de Buenos Aires). Asistió al Liceo Militar General San Martín y cursó estudios superiores de Derecho en la Universidad Nacional de La Plata, centro por el que obtuvo el título de abogado en 1950, nueve años después de ingresar en la Unión Cívica Radical. Tras haber fundado el diario El Imparcial en su ciudad natal, y permanecer dedicado durante diez años a la política provincial, fue elegido diputado nacional en 1963 y 1973. A comienzos de la década de 1970, dirigió la facción Renovación y Cambio, que pretendía regenerar el viejo radicalismo de Ricardo Balbín y acercarlo a la socialdemocracia internacional. Trató de postularse para la nominación presidencial de 1973, pero no lo logró. Estas elecciones fueron ganadas por el partido peronista, cuyo gobierno sería derrocado por un golpe de Estado militar en 1976. Como reacción ante la vulneración de los derechos humanos que caracterizó al periodo de la dictadura castrense, Alfonsín escribió La cuestión argentina (1981), defendió como abogado a perseguidos políticos en algunos procesos, y fue cofundador de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos.
Después de que el Reino Unido derrotara en 1982 a Argentina en la guerra de las Malvinas, la Junta Militar sufrió un grave descrédito: Leopoldo Fortunato Galtieri dimitió al frente de la misma y su sucesor, Reynaldo Benito Bignone, tuvo que permitir la celebración de elecciones presidenciales el 30 de octubre de 1983. En aquellos comicios, Alfonsín, como candidato de la Unión Cívica Radical, a la que lideraba desde hacía dos años, tras la muerte de Balbín, y a la que intentó modernizar y profundizar en su vinculación con la democracia, presentó un programa político que tuvo como pilares prioritarios la regeneración de la vida pública y la supremacía del poder civil sobre el militar. Logró aproximadamente el 52% de los votos, imponiéndose a Ítalo Argentino Luder (40%), candidato del peronista Partido Justicialista. De esta manera, Alfonsín se convirtió en el primer dirigente radical que derrotaba en unos comicios presidenciales a un líder peronista. El 10 de diciembre de ese año 1983, cuatro días después de la autodisolución de la última Junta Militar, sucedió a Bignone al frente de la República.
PRESIDENCIA
En materia de política exterior, su ejecutivo inició una aproximación a Chile para solucionar el conflicto por el canal de Beagle, que culminó el 18 de octubre de 1984 con la firma del Tratado de Paz y Amistad chileno-argentino. El acuerdo contó con la mediación vaticana y fue ratificado por ambos países al año siguiente. Asimismo, Alfonsín inició conversaciones con el Reino Unido sobre el futuro de las islas Malvinas.
Por lo que se refiere a la política interior, dos factores resultaron determinantes para el devenir de su gobierno, el cual sufrió un progresivo proceso de deterioro pese a que afrontó con éxito la difícil tarea de restablecer y consolidar la democracia en el país. En primer lugar, la crisis económica por la que atravesaba el Estado, caracterizada por una elevada tasa de inflación y por el incremento de la deuda pública, cuya vertiente social fueron los conflictos laborales. Para intentar solucionar el problema económico, negoció créditos con el Fondo Monetario Internacional e introdujo, en junio de 1985, un amplio programa para controlar la inflación, el denominado Plan Austral. Tal nombre provenía de su más importante medida, la creación de una nueva unidad monetaria, el austral, en sustitución del peso. Además, durante su mandato se sentaron las bases de lo que habría de ser el Mercosur; en efecto, los orígenes de esta organización se remontan, de alguna manera, a un encuentro que tuvo lugar en 1985 entre Alfonsín y el presidente de Brasil, José Sarney, del que emanó la denominada Declaración de Foz de Iguaçu. Ese acuerdo comercial bilateral se convertiría en la más profunda idea de crear una zona de libre comercio en Sudamérica.
En segundo término, bajo su presidencia fueron juzgados miembros de las Fuerzas Armadas vinculados a la violación de los derechos humanos durante la dictadura militar, resultando condenados a cadena perpetua varios oficiales de alto rango (incluido los ex presidentes Jorge Rafael Videla, Roberto Viola y Galtieri). No obstante, ante las fuertes presiones castrenses (incluidas dos asonadas militares), su gobierno reaccionó promoviendo las llamadas leyes de Obediencia Debida y Punto Final, aprobadas entre 1986 y 1987, que supusieron la paralización de los procesos judiciales y exculparon a los condenados por crímenes contra la humanidad cometidos durante la dictadura. Estas leyes, que buscaban el acercamiento de las Fuerzas Armadas al poder civil, pretendieron limitar las penas aplicables por la justicia a los componentes de las sucesivas juntas militares, permitiendo la exoneración de los oficiales que materializaron las ejecuciones de las órdenes represivas.
En 1989, el candidato radical, Eduardo César Angeloz, fue derrotado por el peronista Carlos Saúl Menem, el cual sucedió el 8 de julio de ese mismo año a Alfonsín al frente de la presidencia de la República.
TRAYECTORIA POSTERIOR
Las sucesivas derrotas electorales del radicalismo llevaron a Alfonsín a dimitir al frente del Comité Nacional de su partido el 12 de octubre de 1991, aunque dos años después volvió a ser elegido presidente de ese organismo, defendiendo un acercamiento a Menem. El fracaso de esa política pactista con el presidente peronista le llevó de nuevo a renunciar en 1995, aunque volvió a ser elegido para el cargo cuatro años después, poco antes de que un miembro de la Unión Cívica Radical, Fernando de la Rúa, tomara posesión de la presidencia de la República. La áspera crisis institucional, social y económica del país, a la que no pudo hacer frente De la Rúa, arrastró asimismo a Alfonsín, que en noviembre de 2001 dejó nuevamente de ser oficialmente el líder de su partido, aunque fuera, de facto, el verdadero jefe de la oposición a los sucesivos presidentes peronistas durante aquellos meses.
Años después, en 2005, el presidente de la República, el peronista Néstor Kirchner, logró que el Congreso Nacional y la Corte Suprema anularan definitivamente las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, tras declararlas inconstitucionales. En agosto de ese año, Alfonsín regresó a la política activa con la intención de competir, cuatro meses después, por la jefatura de la Unión Cívica Radical, como trampolín para las elecciones presidenciales de 2007.