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Retenciones: la vuelta del Estado paternalista CLARIN 12 DE MAYO http://www.clarin.com/diario/2008/05/12/opinion/o-1669947.htm
Con el sistema mantenido hasta ahora, los ciudadanos van a tener que pasar por el "peaje" del Gobierno y volverse obsecuentes para que les devuelvan lo que ganan legítimamente. Por: Ricardo López Murphy
Fuente: PRESIDENTE DE LA FUNDACION CIVICO REPUBLICANA
En el escenario nacional, hubo un debate que dominó la discusión sobre las políticas públicas y que fue la decisión, por parte del Gobierno, de subir fuertemente los impuestos a las exportaciones sin pasar por el Congreso y hacerlo, unilateralmente, sobre uno solo de los sectores de la economía como es el productivo agrícola.
Esa discusión tiene varias aristas y uno de sus primeros efectos es sobre la asignación de recursos.
Un impuesto de esta naturaleza sobre el valor bruto de la producción exportable tiene dos impactos. Primero, la relación directa con la cantidad de recursos que se aplica sobre el insumo tierra. Esto significa que cuanto más moderna es la tecnología, mayor es el impacto. Por eso, una de las primeras consecuencias es que desalienta el uso de tecnologías modernas y frena la aplicación de insumos. El costo de esa distorsión es inmenso.
El segundo impacto es que es extensivo: a igual calidad de tierras, cuanto más alejadas estén de los puertos, mayor es el impacto sobre el valor exportable.
De ahí que, como resultado de las retenciones se disminuye el uso de tecnología y se golpea, en mayor proporción, a los lugares más alejados de los puertos de exportación.
El otro tema que está en discusión es el de la tributación excesiva. En toda nuestra legislación y en la base de la sociedad pluralista está el derecho de propiedad; que no es simplemente la posibilidad de disfrutar de su uso y de no perder su posesión, sino que tiene que ver con los impuestos que una sociedad admite como tolerables.
Por ejemplo, si la tributación sobre el valor de exportaciones es de 45% y sobre el 55% restante se aplica el impuesto de 35% a las Ganancias, a los Bienes Personales, el Impuesto al Cheque y a los Inmuebles o Patrimonio, más los impuestos provinciales y municipales, la tributación fácilmente llega a valores que exceden el 75%. No hay ningún régimen impositivo en el mundo que alcance esos niveles.
El cuarto punto tiene que ver con la discriminación sectorial. Hay muchas áreas que se están viendo enormemente favorecidos por circunstancias externas: por ejemplo, sectores industriales, de servicios, turismo, negocios inmobiliarios, artistas, deportistas, etc. A nadie se le ocurriría que esas ganancias extraordinarias deberían dar lugar a una tributación de este tipo. Por lo tanto, la fijación con el sector agrario resulta inexplicable.
En todos los países, el intento de mejorar la distribución del ingreso es afrontado por impuestos a los ingresos o a la propiedad. En ese sentido, la Argentina dispone de Ganancias y de Bienes Personales. Pero, la limitación del actual equipo gobernante para usar ese instrumento es que así no crecería la enorme piñata del Estado, sino que se coparticiparía y distribuiría automáticamente a provincias y municipios.
Por otro lado, en todos los países se asigna el gasto público de manera redistributiva, por eso en general se pretende que llegue con más intensidad a los sectores de menores ingresos. Esto viene ligado al gasto en salud, en educación y, en particular, a las tarjetas de carácter alimenticio, como tiene ahora la provincia de Buenos Aires.
Por ejemplo, los sectores de más altos ingresos consumen tres veces más lácteos que los sectores de más bajos ingresos. Con las retenciones, ese subsidio va a los restaurantes de Puerto Madero, lo que no ocurre con la tarjeta de adquisición de alimentos.
Por otra parte, no es razonable la práctica de divorciar los precios domésticos de los internacionales, pues esas señales son vitales para saber qué conviene consumir.
Otro tópico decisivo y central es el del federalismo. En nuestra organización institucional, es básico respetar la división de tareas entre el Gobierno central, los gobiernos provinciales y los locales. Eso está establecido en nuestra Constitución y en nuestras leyes. Las violaciones a esto costaron en los últimos años alrededor de once mil millones de los que se apropió el Gobierno federal, lo que claramente afectó la estabilidad presupuestaria de las provincias.
Otro problema, está ligado a la política comercial. El país acordó en la Organización Mundial del Comercio (OMC) niveles de protección aduanera que consolidó como reglas. Según Abba Lerner, un arancel resulta equivalente a un impuesto de exportación. Por eso, estas decisiones unilaterales determinan que Argentina sea vulnerable a denuncias que van a comenzar a afectar nuestro acceso a los mercados. Lo que a lo mejor fue tolerable en un contexto de gravísima emergencia no puede ser una estrategia permanente.
El costo de esta política es enorme. Ahora, además, el sistema de las retenciones móviles va a liquidar los mercados futuros, lo que impedirá tomar las coberturas y seguros a que normalmente tienen acceso los productores de todo el mundo.
Tiene que quedar muy claro que el intento de cobrarles estos impuestos extravagantes a los productores, y devolverles parte con reintegros, exhibe el otro drama de esta política, que es la idea de volver a un Estado paternalista. Así, todos vamos a tener que pasar por el "peaje" del Gobierno y volvernos obsecuentes para que nos devuelvan lo que ganamos legítimamente. Por eso en las sociedades hay un límite a la tributación: para no depender del favor del poder.
Quizás la mejor prueba de lo equivocado de estas medidas es que países muy similares a nosotros como Uruguay y Brasil (u otros como Canadá, Australia o Nueva Zelanda) no utilizan estos instrumentos. Y resulta obvio que ellos tienen una mejor distribución del ingreso que la Argentina.
