lunes, abril 21, 2008

Renunció Lopez Murphy a Recrear

La credibilidad es patrimonio de la gente honesta.
Opine aquí. Participe!!!
Buenos Aires, 19 de abril de 2008
Doctor Pablo Tonelli
Presidente de Recrear para el Crecimiento

Me dirijo a usted a los efectos de elevarle mi renuncia a la afiliación al partido Recrear para el Crecimiento, del cual fuera su fundador y Presidente hasta el mes de noviembre próximo pasado.

La razón de esta decisión se basa en los conceptos que desarrollara en mi carta de renuncia a la presidencia del partido. En esa ocasión le solicitaba a toda la dirigencia, afiliados y simpatizantes que conservaran tres elementos decisivos para nuestra conformación como partido, ellos tenían que ver con nuestra identidad, nuestra transparencia y nuestra unidad.

En el fondo, Recrear nació para enfrentar la decadencia del régimen político y las prácticas viciadas que habían fracturado la legitimidad y la representatividad. En ese sentido, los comicios de la provincia de Buenos Aires, en los cuales no fui candidato, han exhibido hechos lamentables y bochornosos que afectan crucialmente nuestra identidad y nuestra transparencia.

En primer término, el conjunto de las fórmulas que se presentaron en la Asamblea de delegados nacionales violaron el artículo treinta y tres de la Carta Orgánica, redactado en su momento por el ingeniero Manuel Solanet, que obligaba a cada afiliado a marcar los asambleístas que creyera meritorios de su aval. En lugar de ello se premarcaron los votos y se hizo una suerte de lista completa que contradice sustancial y esencialmente el sentido y propósito de la Carta Orgánica. Si algo procuraba ese artículo, era evitar el emblocamiento y la imposibilidad de los afiliados de ordenar por preferencia su voto.

Esta violación manifiesta de la Carta Orgánica, realizada por todos los concurrentes al comicio, quita validez a la elección nacional con seguridad.

No hay en esto, ni debe haber, caminos alternativos.

Si aceptamos que la Carta Orgánica que es nuestra Constitución, sea manipulada de esta manera, con la complicidad de todos, hemos perdido los límites jurídicos para nuestro accionar político y ello redundará en una brutal pérdida de credibilidad.

El segundo episodio, que es muy delicado, tiene que ver con la constitución de una Junta Electoral conformada por los candidatos de una de las listas. No es necesario abundar sobre el conflicto de intereses que eso implica, sobre la incompatibilidad de ser juez y parte, sobre la consecuencia que eso acarrea sobre nuestro prestigio y sobre nuestras argumentaciones, en particular cuando el régimen que nos gobierna pretende sistemáticamente, como lo hizo en el Consejo de la Magistratura, torcer su composición para hacerle perder su autonomía e independencia.

Creo que esto es tan delicado y me resulta tan incomprensible respecto a nuestra prédica, que también nos pone en una situación de imposibilidad de argumentar en el futuro sobre los episodios que van a estar en el corazón de la disputa política argentina.

Hay otros hechos, algunos desopilantes y vergonzosos, como la urna gigante que es la atracción de curiosos que le sacan fotos, o la urna errante que nunca llegó a destino.

Son sólo los síntomas de un comicio hecho bajo condiciones incongruentes, con una mecánica inaceptable, que no debería formar parte de la vida de un partido político, por razones que luego abundaré.

Eso se ve además agravado por resultados de tipo soviético; es decir de doscientos setenta a cero, esos resultados ni por azar pueden ocurrir. Por último están las denuncias de falsificaciones de firmas, que nos hemos enterado por los diarios.

Todo eso me lleva a pensar que el mejor camino que debimos haber adoptado era anular el comicio, por nuestro propio prestigio, nuestra credibilidad y nuestra convivencia.

En relación a esa unidad necesaria dentro de los partidos, quiero hacer otra consideración; las elecciones se hacen no para que gane una u otra expresión o matiz dentro de un partido político. Las elecciones resuelven por vía mayoritaria la dificultad de encontrar un consenso, la clave de la elección no es quien gana sino que el resultado sea aceptado por todos.
Debe entenderse que el resultado lo que intenta es crear el consenso que no se pudo obtener por el diálogo racional y la cooperación fecunda y expresar de esa manera un proyecto en el cual en futuras elecciones podrán revertirse o confirmarse los resultados.

La unidad requiere esencialmente credibilidad mutua.

Por esa razón he creído que dados los escándalos ocurridos de uno y otro lado, de los que cité sólo algunos ejemplos más arriba, la única solución era anular el comicio para restablecer un conjunto de reglas de juego más razonables. Si además este episodio, por la patología que tiene, da lugar a que la elección se convierta en una guerra que elimina al adversario, no hay proyecto en común, nunca se podría haber adoptado el régimen electoral de nuestra Carta Orgánica con esta visión.

Esto lo señalé innumerables veces, para evitar que se produjera esa elección en los términos que se estaban verificando. Desgraciadamente hubo oídos sordos y ello me ha obligado a tomar una decisión que me entristece, pero que es imprescindible.

Si los hechos bochornosos pagan en términos de producir resultados anómalos, no tiene sentido cobijar un sueño, en una actividad dura y difícil, como es la militancia en la vida cívica y la acción política de persuadir a nuestros conciudadanos.

En esta convicción y en este principio no hay medias tintas, habrá que corregir ese problema y deberán corregirlo. Eso sólo es posible si se reconoce la naturaleza de la falta, y se tiene un propósito de enmienda.

Espero con humildad que esta decisión y este desgajamiento ayude a percibir la gravedad de lo ocurrido.

En mi despedida quisiera enviar un mensaje a los miles de militantes que a lo largo de estos años me acompañaron en la lucha por recuperar las prácticas de la República, el sufragio limpio y el respeto a la Constitución. Vaya a ellos mi agradecimiento y reconocimiento. Seguiré luchando por esas ideas en todo el escenario de la Patria, no puedo hacerlo en el partido que fundé porque los episodios vividos han desnaturalizado la confianza y la credibilidad necesaria para realizar esa tarea tan esforzada.

Saludo a usted con la cordialidad de siempre

Ricardo H. López Murphy

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